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Familias monoparentales, cómo ser padre y madre a la vez.


Consejos para madres solteras y familias monoparentales.


Las familias monoparentales, las formadas por un único progenitor con uno o varios hijos a cargo, van en aumento a medida que crece el número de divorcios o mujeres que deciden ser madres sin tener pareja. Educar a los hijos, cuando se debe ejercer de padre y madre a la vez, es una tarea difícil, pero no imposible.
Las dificultades de las familias monoparentales van desde la organización de la rutina diaria a las dudas por la falta de una figura paterna o materna, por eso conviene seguir estos consejos.
Problemas de las familias monoparentales


Las dudas de las madres en familias monoparentales.

La familia se está transformando como consecuencia de los cambios demográficos, socioeconómicos y en el sistema de valores, y, junto a las fórmulas tradicionales, están apareciendo otras nuevas, entre las cuales la más numerosa es la de la familia monoparental, es decir, la formada por un único progenitor con uno o varios hijos no emancipados.
A diferencia de lo que ocurría hace unos años, los hijos de padres separados no son ya una rareza, lo que contribuye a que no se sientan estigmatizados por sus circunstancias familiares. Otra cosa es el peso de su crianza y educación, que suele recaer en la práctica en tan sólo uno de los progenitores. 
El afecto y la flexibilidad, por un lado, y la autoridad y la norma, por otro, son ingredientes básicos de la educación en el ámbito familiar que se reparten o intercambian ambos progenitores. En ausencia de uno de ellos, ambas funciones debe representarlas siempre la misma persona, una tarea que, sin ser imposible, exige mayor esfuerzo que cuando es compartida.
Además, en soledad, aumentan las dudas. Para gran número de mujeres separadas con hijos a su cargo, la tarea de suplir la ausencia diaria del padre desemboca con frecuencia en ansiedad. El “¿lo estaré haciendo bien?” es una pregunta que se plantean con más asiduidad las mujeres que los varones, de acuerdo con los psicólogos especializados en temas de familia.
La angustia aumenta, muchas veces, por el sentimiento de culpa que sienten estas madres a causa de la ruptura familiar, lo que les impulsa a volcarse aún más en la crianza de sus hijos, a los que dedican todo el tiempo que les deja libre su trabajo.
Los varones viven estas circunstancias de forma menos angustiosa. Un padre solo con hijos a su cuidado es más fácil que encuentre tiempo para sí mismo o para relacionarse con los demás. Y en mayor proporción, rehacen su vida junto a otra persona.
La situación se agrava cuando, fruto de esa nueva unión, nacen otros hijos, unos hermanos que los desorientan y que, a menudo, los hacen sentirse desplazados. Pero los malos momentos pueden ser meramente transitorios, y los niños acabarán superándolos siempre y cuando sus padres les demuestren que los quieren y que, como antes, siguen siendo tan importantes para ellos.
Paz Hernández.

Pequeñas y grandes familias.

Los datos estadísticos españoles indican que la composición de los hogares es hoy más variopinta.

La industrialización y el éxodo del campo a la ciudad se llevó por delante la familia extensa, aquella en la que varias generaciones compartían techo, incluidos tías y tíos disminuidos o solteros. Poco a poco fue sustituida por la familia nuclear, integrada por los padres y dos hijos. Este modelo ha sido el predominante durante mucho tiempo, pero ahora está en claro retroceso en España, según datos del INE, el instituto estadístico.
La familia nuclear sigue siendo mayoritaria (31,8%), pero desde hace un tiempo, y de forma acelerada, los hogares españoles albergan una variedad cada vez mayor de formatos familiares. Crecen, por ejemplo, los unipersonales (23,2%) y no solo en la tercera edad por haber enviudado, sino entre los menores de 65 años. Estos últimos representan el 13,7% del total. También aumentan las parejas sin hijos, que en 10 años han crecido y suman el 21% de los hogares.
Irrumpen también con fuerza nuevas formas de familia, como la monoparental (9,3%) compuesta por un padre o una madre y sus hijos, que puede ser fruto de una ruptura o una pérdida, y también, cada vez más, de una libre elección. Este es el caso de las mujeres que recurren a un banco de semen para ser madres y constituyen una familia en solitario. Y está también la familia reconstituida, formada por una pareja que aporta hijos de anteriores convivencias.
Toda esta diversidad plantea nuevas necesidades que exigen soluciones también nuevas. En los supermercados sigue vigente el tamaño familiar, por supuesto, pero cada vez ocupan más lugar las monodosis y los surtidos (de fruta, de verdura, de carne...) para solteros y solitarios. Hasta el lenguaje necesita reinventarse porque no es fácil para un niño explicar que su madre le concibió de un banco de semen o aclarar que ese señor que le viene a recoger es “el abuelo por parte de la compañera de mi padre”.
Pero lo más relevante es que, en conjunto, son hogares con menos niños, y eso sí que va a ser un problema. Las políticas sociales no solo deberían adaptarse a las nuevas formas de familia, sino que deberían plantear medidas concretas para facilitar que, cualquiera que sea su forma, no tenga que renunciar a tener hijos por carecer de las condiciones necesarias.

'Amos de casa': el nuevo rol del hombre con mujer trabajadora.


A pesar de la lucha de las mujeres durante décadas por conseguir la igualdad, el hombre y la mujer siguen desempeñando dentro de la familia roles bien diferentes y delimitados. Los cambios se van produciendo tímidamente y, en muchos casos, esos cambios se traducen en la aparición de las denominadas supermujeres, mujeres que salen a trabajar igual que sus maridos, pero que cuando vuelven a casa recae sobre ellas el papel de ama de casa y de madre a tiempo completo. ¿Cuál es la función del hombre en este universo familiar?

El papel del hombre.

Sabemos lo difícil que es cambiar los patrones de una sociedad patriarcal que se ha impuesto durante milenios. Tradicionalmente el hombre es el cabeza de familia, el que consigue los recursos para el hogar donde la mujer los administra de la mejor forma posible buscando el bienestar común de toda la familia. Esta imagen familiar que parece un tanto anticuada resulta que no lo es tanto. El único cambio que se ha producido es la incorporación de la mujer al mundo laboral. Pero son las mujeres las que siguen teniendo la responsabilidad de llevar a sus hijos al médico, en detrimento de su trabajo, y no los hombres. Son las mujeres las que siguen pidiendo una reducción de jornada laboral para hacerse cargo de sus hijos en sus primeros años de vida, y no los hombres. Son las mujeres las que siguen ocupándose de las tareas del hogar por mucho que algunos hombres se jacten de que "ayudan" en casa.
La lista de ejemplos donde vemos al hombre como sustentador principal de los recursos materiales familiares es interminable, pero últimamente estamos viendo un cambio importante que está dejando al hombre desorientado.

El nuevo hombre.

Lamentablemente este cambio del que hablamos no se ha conseguido gracias al esfuerzo y la lucha de las mujeres por la igualdad entre géneros. La crisis, una vez más, es la que ha irrumpido hasta el fondo de la estructura familiar y está removiendo los estándares sociales. El aumento de los parados de larga duración entre los hombres con cargas familiares está favoreciendo la aparición de un nuevo tipo de hombre. El hombre que tiene que quedarse en casa ocupándose de las tareas del hogar e implicándose al máximo en el cuidado de sus hijos mientras su mujer es la única proveedora de recursos económicos.
Este cambio radical en los roles de la pareja está afectando de forma negativa al hombre, que ve mermada su autoestima en el momento en que deja de ser el sustento económico de la familia. Algo que dice mucho del escaso valor que la sociedad ha atribuido a la tradicional ama de casa. Las mujeres, en cambio, nos tomamos este cambio de roles menos a la tremenda siendo, como somos, conscientes de la importancia familiar que tiene quien se ocupa de organizar y administrar la casa y cuidar de los niños.
Sin embargo, no es un papel fácil de asumir para los hombres que ven desaparecer su rol tradicional provocando con ello un impacto psicológico difícil de superar. No nos queda más que esperar para descubrir qué nos depara el final de esta crisis en cuanto a transformaciones sociales, y si conseguimos aprovechar lo que de oportunidad tiene cualquier crisis, tal vez consigamos de una vez por todas la equiparación de responsabilidades familiares entre el hombre y la mujer.


Los conflictos familiares contribuyen a que los adolescentes sufran violencia escolar.



El conflicto que los adolescentes perciben en su familia contribuye a que puedan ser objeto de victimización en la escuela y el instituto, según un estudio de la Universidad Pablo de Olavide. "Es probable que esta percepción negativa de sí mismos lleve a los adolescentes a mostrar conductas sumisas y, en consecuencia, a ser objetivos vulnerables ante abusos por parte de compañeros".


















Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) señala que el conflicto que el adolescente percibe en su familia contribuye a que éste sea objeto de victimización en la escuela y el instituto.
El estudio, que ha sido dirigido por la investigadora Amapola Povedano, analiza las relaciones entre la percepción del clima familiar y la victimización en la escuela, teniendo en cuenta variables como la autoestima, la depresión y el género.
El trabajo considera que un estudiante es víctima de violencia escolar cuando percibe que es objeto de agresiones realizadas por otros estudiantes, no necesariamente compañeros de clase.
Según muestran los investigadores en su estudio, elaborado con 1.884 adolescentes españoles de entre 11 y 17 años procedentes de nueve centros educativos, la victimización verbal, como insultos o burlas, es la forma más frecuente (con una incidencia del 21,13%). Le siguen la victimización relacional (15%), con comportamientos como la exclusión social o contar rumores, y la física (6,8%), que abarca desde pegar hasta robar cosas de la persona objeto de acoso.
Baja autoestima.
“La victimización en la escuela está vinculada con la baja autoestima, la presencia de sintomatología depresiva, la ansiedad y el estrés de los adolescentes. Algunos autores sugieren que estos síntomas psicológicos negativos podrían ser no solo la consecuencia de sufrir acoso escolar, sino también su causa, y ahí hemos enmarcado este trabajo”, afirma  Povedano.
Según indica el estudio, los estudiantes con síntomas de depresión o baja autoestima puede encontrarse en una situación de mayor riesgo si aquellos que ejercen la violencia perciben que pueden ser blancos fáciles, con dificultades para defenderse a sí mismos. Una relación que, apunta el estudio, afecta por igual a hombres y mujeres.
Entre los principales hallazgos de este trabajo destaca la existencia de una relación, tanto directa como indirecta, entre el clima familiar percibido por el adolescente como conflictivo y la victimización escolar. Así, una familia en la que los conflictos son frecuentes parece disminuir los recursos personales de los adolescentes, como la autoestima, y potenciar la presencia de síntomas de depresión.
“Es probable que esta percepción negativa de sí mismos lleve a los adolescentes a mostrar conductas sumisas y, en consecuencia, a ser objetivos vulnerables ante abusos por parte de compañeros, en la medida que, como sostienen algunos autores, los agresores esperan signos de sufrimiento y de sumisión en sus víctimas”, subraya la directora del estudio.
Otro de los resultados apunta a que la expresividad familiar, es decir, la expresión libre de sentimientos entre los miembros de la familia, si bien no está directamente relacionada con la victimización se relaciona con ésta a través de un impacto positivo en la autoestima y en los síntomas ligados a la depresión.
De este modo, los adolescentes que perciben que en sus familias son escuchados y pueden expresar sus sentimientos sin restricciones, se sienten más seguros y valiosos, lo que podría protegerles de las agresiones de sus compañeros. Una expresividad que, señalan los investigadores, es útil cuando existen conflictos en la familia.
En este sentido, una buena dinámica a la hora de resolver conflictos puede ayudar a los padres a revisar sus creencias y respetar la opinión de sus hijos, y a los jóvenes que ganan en autoestima y en una menor sintomatología depresiva.

Bebé muere por sobredosis de droga en Inglaterra.






Una pareja de padres, presuntamente adictos a las drogas, mató a su propio hijo de 23 meses de edad, luego que le dieran droga como si fuera remedio para la fiebre.

La Corte de la ciudad inglesa de Bristol, donde ocurrió este trágico hecho, condenó a nueve años de cárcel a Jamie Green y cuatro años a Sonia Britton, los padres del menor fallecido.

Según la prensa británica, el menor fue encontrado muerto en un estado deplorable, con un pañal sucio y con manchas de metadona en su ropa.


Tener padres autoritarios aumenta el riesgo de consumo de drogas en adolescentes.


Un estudio científico en seis países europeos ha analizado el papel que tienen los padres sobre el riesgo de consumo de alcohol, tabaco y cannabis de sus hijos. Tanto la actitud permisiva irresponsable como la imposición se relacionan con un mayor consumo de drogas que las crianzas que fomentan la buena relación con los hijos. 



El consumo de alcohol, tabaco y cannabis tiene una gran prevalencia entre los jóvenes en España en comparación con la mayoría de los países europeos, según los últimos datos del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías.
Un equipo internacional liderado por el Instituto Europeo de Estudios en Prevención (Irefrea) con sede en Mallorca, junto con otras Universidades españolas (Oviedo, Santiago de Compostela y Valencia) y europeas ha analizado el papel de los padres a la hora de determinar el riesgo del consumo de alcohol, tabaco y cannabis de sus hijos en seis países de Europa: Suecia, Reino Unido, España, Portugal, Eslovenia y la República Checa.
El objetivo era dilucidar qué tipo de relación entre padres e hijos protege más del abuso de drogas, a partir de dos variables: el control y el afecto de los padres.
“Nuestros resultados apoyan la idea de que los extremos no funcionan: ni autoritarismo ni ausencia de control y afecto. Lo que va bien es que exista una buena relación con los hijos. En este sentido, puede ir acompañada de control directo (lo que se denomina estilo ‘autorizativo’ o democrático) o no (estilo mal llamado ‘indulgente’ en inglés)”, declara a Sinc Amador Calafat, primer autor del estudio que publica la revista Drug and Alcohol Dependence.
La clasificación de las familias es el resultado de combinar conductas que adoptan distintos grados de exigencia y responsabilidad.Cuatro estilos de familia según su relación con los hijos
Por una parte, el modelo autorizativo engloba a las familias que “proporcionan normas claras, razonan con los hijos de forma afectuosa y flexible, al tiempo que les exigen su cumplimiento”.
El modelo autoritario coincide con el autorizativo en que son exigentes o controladores, pero difiere en que los padres y las madres son menos afectivos.
Por otro lado, los padres y madres del modelo negligente y del modelo indulgente se caracterizan por su bajo nivel de represión; sin embargo, los primeros son “poco afectuosos” y los segundos “muy afectivos”.
Los resultados del trabajo, que coinciden en toda Europa señalan que los modelos indulgente y autorizativo son los que mejor funcionan, tanto para el consumo de sustancias como en los trastornos personales. “Para la autoestima y el rendimiento escolar, todavía es mejor cuando los padres funcionan con el estilo indulgente”, continúa Calafat.  
Los resultados contrastan con estudios previos obtenidos en otros entornos culturales, donde la imposición de los padres es “recomendable” (mayoría anglosajona de los EE UU) o “imprescindible” (culturas asiáticas).“Este estudio permite que se haga un enfoque y un discurso común en Europa ante los programas de prevención de consumo de drogas”, añade el investigador.
En total se entrevistaron a 7.718 adolescentes, 3.774 varones y 3.944 mujeres, de 11 a 19 años de edad. “Desde una perspectiva global de la salud personal los estilos parentales ‘autorizativo’ e ‘indulgente’ presentan el mismo nivel de protección ante el consumo de drogas”, dice Calafat.
Hasta ahora se relacionaba este último exclusivamente con los países mediterráneos y del sur de América. “Pero vemos que también es válido para muchos países Europeos”, añade el investigador de Irefrea.














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